egún su denuncia, las reuniones son de lunes a lunes y los fines de semana llegan hasta las 04:00 de la mañana. “Ellos no quieren saber si estamos cansados o enfermos, ya les hicimos llegar nuestras quejas pero igual siguen”, señaló la doña de 61 años a nuestro colaborador, Bruno Benítez.
“Parecen perros en celos”, dicen los afectados
En su opinión, para alabar a Dios no hace falta molestar a terceros. “Él nos escucha aunque estemos en silencio, pero ellos cuando empiezan a lamentarse, parecen esos perros que están en celo, desesperante es. Yo al menos tengo problemas de salud y cuando voy a dormir, ellos empiezan a pedir socorro. Imposible es descansar así”, reprochó la lugareña.
No es contra la religión
Los pobladores aclararon que no están en contra de la religión de los demás, pero que el problema está en que no les deja descansar y hace que los vecinos que son adultos mayores se enfermen. Contaron que es más inquietante que una discoteca, ya que algunas veces les asustan los gritos “salvajes” de los creyentes.